Miércoles de Ceniza

14.02.2018

¡Dios Sea Bendito!

"Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga."

(Mt. 6, 1-6; 16-18)

Hoy comienza la cuaresma. Cuarenta días de renovación personal y comunitaria; cuarenta días de preparación en los que estamos invitados por el Espíritu a celebrar y experimentar cada día la Misericordia: Escuchar la Palabra y Hacer. San Francisco de Sales indica las condiciones de nuestro ayuno.

"Los cuatro primeros días de la santa Cuaresma son como lo principal, la cabeza, el prefacio o preparación que debemos hacer para pasar bien la Cuaresma y disponernos al ayuno. Por eso he querido, en esta ocasión, hablaros, lo más brevemente posible, de las condiciones que hacen el ayuno bueno y meritorio.

Para tratar del ayuno y de lo que se requiere para ayunar bien, hay que decir, ante todo, que de por sí el ayuno no es una virtud, porque buenos y malos, cristianos y paganos, lo observan. Los antiguos filósofos lo seguían y lo recomendaban; y no eran virtuosos por seguirlo, ni practicaban la virtud al ayunar; no, el ayuno no es una virtud sino cuando va acompañado de las condiciones que le hacen agradable a Dios; por eso aprovecha a unos y a otros no, ya que no todos ayunan de igual manera.

Estoy hablando a personas que saben que no basta ayunar exteriormente si no se ayuna en el interior y si al ayuno del cuerpo no le acompaña el ayuno del espíritu.

El ayuno ha sido instituido por nuestro Señor como remedio para nuestra boca, para nuestra glotonería, pues el pecado entró en el mundo por la boca y tiene que ser la boca la que haga penitencia.

Pero también se requiere que nuestro ayuno sea general y total, es decir, que hagamos ayunar a todos los miembros de nuestro cuerpo. Y también a las potencias y pasiones del alma; sí, también al entendimiento, la memoria y la voluntad.

Por tanto, hay que cortar los discursos inútiles del entendimiento, las vanas representaciones de nuestra memoria, los deseos superfluos de nuestra voluntad. Y así acompañaremos al ayuno exterior con el interior. (Sermón para el Miércolesde ceniza, 9-2-1622. X, 181)

Señor, ayúdanos a vaciarnos de nosotros mismos, de nuestros egoísmos, y danos tu Espíritu de Verdad para llenarnos de Tu Palabra y de Tu Presencia misericordiosa en las necesidades de nuestros hermanos hermanos.