Domingo de Ramos

25.03.2018

"Trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó".
(Mt 21, 1-11)

Como no recuerdo lo que os dije otras veces sobre el tema de esta fiesta en la cual Jesucristo nuestro Señor hizo su entrada en Jerusalén, he pensado explicaros las razones que le movieron a escoger una burra y su pollino para esta entrada real.

La primera es la humildad de este animal; la segunda su paciencia y la tercera, que se dejó montar... No fue casualidad que la burra ya hubiese llevado carga y que el pollino nunca hubiera llevado peso; es porque Dios había cargado ya al pueblo judío con su Ley mientras que los gentiles nunca la habían recibido; venía pues el Señor a imponer su yugo, esa es la razón de haber montado un pollino...

La primera razón era la humildad: escogió, entre todos los animales, el más simple y humilde, pues estando enamorado de la humildad y la bajeza, nada que no fuera humilde podía servirle de montura, Dios no habita ni descansa sino en el corazón humilde y sencillo... Le han humillado y despreciado porque Él así lo ha querido y Él mismo es quien se ha abajado y ha escogido las abyecciones; Él, que era siempre y en todo igual a su Padre, sin dejar de ser lo que era, buscó la repulsa y el rechazo de los hombres.

La segunda es la paciencia... El Señor ha amado tanto esta virtud que ha querido ser un ejemplo y un espejo de ella; ha sufrido con una paciencia invencible que le pegasen y maltratasen. La humildad tiene tanto en común con la paciencia que no pueden ir una sin la otra: quien quiera ser humilde, tiene que ser paciente pues no se pueden soportar, por largo tiempo, los trabajos y adversidades de esta vida sin tener humildad, y ésta nos vuelve dulces y pacientes...

El tercer motivo fue porque este animal es obediente y se deja cargar cómo y tanto como se quiere, sin disgusto y sin sacudir nunca la carga que se le pone encima... ¡Bienaventuradas las almas que son dóciles y sumisas, pues el Señor las conducirá!

(Sermón del 20-3-1622. X, 353-356)